Cuando acallas sin siquiera mostrarte del mismo modo que cuando sobrecoges el alma de quien te ve llegar, me gustas. Cuando impones justicia sin derecho a réplica e incluso cuando todo lo contrario del mismo modo, también. Me gustas cuando no estás, pero se te tiene en mente. Me cautiva que te dejes llamar, especialmente si atiendes en persona el mensaje. A veces creo que incluso me fascinas sin más. Me conmueve la precisión de tus movimientos en la danza omnipresente que implica tu particular oficio. Me sobrecoge imaginarte como es común: vestida del color de la noche a la vista de un ciego, sin rostro que valga la pena apreciar, largos el atuendo y la impronta de su presencia en la mente débil que con él tropieza como el ego de quien cree conocerte, con la herramienta afilada que no requieres para atajar el hilo dorado que da aliento a las almas que regentas. Te aseguro que no hay sujeto ni momento que mayor interés cause en los bucles de pensamiento de mi mente. Quién sabe lo que implica tan aparentemente extraña confesión, pero ha de quedar claro y, por tanto, lo repetiré de forma simple y sencilla tantas veces como sea necesario aunque ello suponga que mi capacidad discursiva sea puesta en entredicho: me gustas, Muerte.

 

– Eqhes DaBit –
– 11, Enero, 2014 –
– Sant Carles de la Ràpita (España) –