Cuando te duela todo, pero especialmente el corazón. Cuando no te quede nada por lo que luchar. Cuando sientas tanta presión emocional que tengas la sensación de que va a estallarte la cabeza. Cuando te hayas arrepentido profundamente por algo y ya nadie quiera oírte pedir perdón. Cuando se rompan tus ideales. Cuando tus sueños se desgarren. Cuando se desenlace sin remedio la mejor amistad. Cuando los libros, vídeos y comentarios de auto-ayuda y motivación ya no te resulten creíbles ni convincentes. Cuando la gente a la que amas sufra tanto o más que tú y creas que es por tu culpa o simplemente te sientas impotente por no poder hacer nada por ellos. Cuando no quede nadie a tu lado o -peor todavía- cuando te sientas abrumadoramente solo aunque tal vez no lo hayas estado nunca. Cuando se te haya pasado el miedo a la muerte y compartas el sentimiento con el hastío por la vida. Cuando te amargue un dulce. Cuando ya no creas en nada. Cuando pierdas la fe y no te quede esperanza. Cuando ni siquiera una tierna sonrisa te alegre un breve segundo. Cuando todo eso y cosas peores exuden por tus poros: llora, grita, desespérate. No finjas ser feliz, no te auto-engañes, porque eso no te auto-ayudará. Deja que se vea, se sienta y se huela cómo mueres por dentro. Si queda alguien cerca, que se le contagie tu dolor y se le grave en la retina para siempre. Da ejemplo. Que quede claro cuales son los límites del dolor sobre un ser humano común y corriente como la mayoría. Sea como sea, da rienda suelta a tus sentimientos más profundos, sácalos de la caja de plomo en la que tendrás ganas de enterrarlos y haz que vivan a través de ti, porque eso será lo único que te merezca la pena hacer si es que en una situación así todavía queda algo a tu alcance que merezca la pena.

 

– Eqhes DaBit –
– 10, Febrero, 2014 –
– Sant Carles de la Ràpita (España) –