Sale con prisa. Furioso cierra la puerta con un golpe seco. La ira le desborda por los ojos y le quema por dentro. Resopla. No acaba de entender como ha llegado a esa situación.

Maulla con fuerza, desde muy adentro. Se le eriza el pelo. Su cuerpo se estira en vertical, como si su columna pretendiese rozar el cielo. ¿Por qué la vida le maltrata y los humanos le torturan?

Nunca antes se habían cruzado sus vidas. Nadie podía suponer que iba a ser así, pero sus miradas se han encontrado fortuitamente. De algún modo ese simple gesto ha servido para que se hayan entendido el uno al otro. Por un momento ha dejado de importar el hecho exacto que les ha llevado a esa situación. Desnudos ante la mirada clara del que observa desde el otro lado del espejo, se derrumban. Él se sienta en el bordillo mientras barre un mar de lágrimas con las manos enrojecidas. El gato, más calmado, se acerca al hombre. Orgulloso como de costumbre, se acerca con disimulo. Sin éxito, trata de convencer a cualquier posible observador de que la maniobra es por gusto, no por necesidad, y que si quiere, en cualquier momento cambiará de opinión y se dedicará a otra cosa. Asoma la cabeza parda entre las piernas tejanas y se deja acariciar. A gusto con el gesto, va más allá y se encarama sobre los muslos humanos para poder alcanzar fácilmente con la lengua la cara de su nuevo amigo. Él se deja lamer agradecido. A cambio le abraza como se abraza a un hijo. Al mismo tiempo le llora suave al oído. No cabe duda, necesitaban encontrarse.

 

– Eqhes DaBit –
– 3, Abril, 2014 –
– Sant Carles de la Ràpita (España) –