No pude evitar imaginar un ser humanoide, pequeño y alado, acercándose volando al centro de su pabellón auditivo. Sí, una hada. Como exploradora, se asomó curiosa al agujero. Comprobada la ausencia de peligro, se sentó al borde del abismo y se dejó caer por el extraño tobogán con los brazos cruzados en el pecho, una gran sonrisa y un agudo grito de satisfacción. Parecía divertido. La pista de juego, húmeda para facilitar el deslizamiento, dibujaba un recorrido largo y retorcido. Al fondo del tobogán un lago de interior en el que era difícil reconocer los límites. La protagonista cayó veloz y salpicó sin miramientos. Nadie resultó herido. Poca luz. Aguas turquesa claras. Muchas liebres y muchas hadas bañándose juntas, chapoteando en una suerte de fiesta acuática sin precedentes. Hablaban y se entendían. Jugaban. Sonreían. Se divertían. De infinitos toboganes caían nuevos invitados continuamente; nada que no fuesen hadas y liebres.

Me pareció entender que dijo tener acuíferos en los oídos. Lo anterior fue lo primero que se me pasó por la mente al oírlo. Puede que me dijese tener ‘acúfenos’ y no ‘acuíferos’. Cabe notar que en caso de haberle ocurrido semejante evento en el oído, serían justificados los extraños sonidos que percibía.

 

– Eqhes DaBit –
– 27, Julio, 2014 –
– Sant Carles de la Ràpita (España) –