— ¿Cuántas personas ve en esta foto?

— Dos.

— ¿Y en esta otra?

— Cuatro.

— Bien. En esta, ¿cuántas ve?

— Una. —Respondió como de costumbre sin vacilar.

— ¿Está completamente segura?

— Claro. —Le dijo arqueando ligeramente una ceja tras una breve pausa.

— De acuerdo. Supongamos que sólo hay una persona en la foto. ¿Puede decirme quién es?

— ¿Que quién es? Soy yo, ¿no?

— Lo siento, no debe responder con una pregunta. —Le entregó la foto para que pudiera examinarla.— ¿Es usted o no a quien ve en esa foto?

— Pues… —Se acercó la foto a la cara y abrió los ojos tanto como pudo para mirar el retrato con el máximo de atención posible. Terminado el análisis bajó un poco el cuadro y, dejando entrever sólo sus ojos medio escondida tras el objeto que tenía entre las manos, miró a su psicólogo un tanto confundida y respondió.— Sí. Definitivamente creo que soy yo.

— ¿Lo cree o lo sabe?

— ¡Joder! ¡Lo sé! ¡Soy yo!

— Por favor, no se exalte. Comprenda que forma parte de mi trabajo hacerle todas estas preguntas. —Le dijo él sin levantar la mirada de su cuaderno de notas, en el que no había parado de apuntar cosas.

— ¿Cree que estoy loca o qué?

— Nadie está loco. No estoy aquí para juzgarle, sino para ayudarle. Dígame, por favor, ¿qué cree que estaba haciendo en el momento en que le tomaron esa foto?

— Pues… No sé… No me acuerdo. Estoy riendo, puede que fuese una fiesta.

— Una fiesta. Muy bien. Y estaba riendo, luego, ¿cree usted que se lo estaba pasando bien?

— Sí. Supongo que sí. Uno no se ríe si no lo pasa bien, ¿no?

— Interesante. Pero, por favor, intente no acabar sus frases con una pregunta, es importante que responda con seguridad.

— ¿¡Pero usted la oye!? ¡Está hablando de una foto en la que salimos los dos vestidos de novios y nos estamos besando con lengua! Claro que era una fiesta y se lo estaba pasando bien. ¡¡Era nuestra boda!! ¡¡¡Éramos felices, por eso ríe!!! ¿¡Cómo puede ser que ahora no me vea!? ¡Es increíble!

— ¿Ha oído eso? —Le preguntó impasible el psicólogo a la chica mirándola fijamente a los ojos, esperando respuestas.

— ¿El qué? —Contestó ella cada vez más alucinada respecto a la conversación con el terapeuta.

— ¡¡¡Arrrrg!!! —El novio se revolvía en su silla a la par que se estiraba de los pelos y lloraba.

— Interesante. No sólo no le ve, ni siquiera le escucha. —Se limitó a añadir el doctor al tiempo que apuntaba en su libreta que ella se acababa de girar como buscando a ese algo al que él hacía referencia y que, al no encontrar nada fuera de lo común en la sala, le volvió a mirar a él arqueando de nuevo una ceja mientras mantenía los ojos abiertos como platos.

 

– Eqhes DaBit –
– 1, Abril, 2015 –
– Sant Carles de la Ràpita (España) –