Se encojen un segundo para iniciar con energía una carrera delicada en las formas. Toman fuerzas y, como una cebolla al pelarse, se abren en un suspiro. Cruje la primera capa, un sentimiento partido en alzarse las pestañas. Peinan ellas el viento elegantes, silbando calladas una melodía suave como una nana que alborota los dientes en la boca cerrada de una madre primeriza. Le siguen los párpados, contundentes. Más pesada su masa. Se escurren temblorosos sobre una mirada tibia, contagiosa. Traslúcidos como esas capas desechables de cebolla con las que es inevitable compararlos. Anuncian lo que ha de venir: luz a un lado, jugosas emociones en el otro. Se descubre una reducción de sentimientos conmocionados. Verde salvaje. Una niña jugando en tierra firme a salpimentar esperanza. Un sinfín de brotes tiernos emanan de profundidades inescrutables para enraizarse en quien los sepa observar. Un cándido mar lacado los contiene. Gorgoritos en la superficie. Se ablanda el suculento tubérculo sobre el calor del momento. Llegados al punto de caramelo parece acertado añadir más ingredientes a la cocción. No es tarde en la extraña receta de la vida para sumar un pedazo de carne roja al plato. Lanzada al vacío por donde podrían entrar los espíritus se enzarza forzando un nudo en una garganta triste de camino al corazón. Juega vaporosa a pegarle los pedazos al destino con un tango inesperado. Mientras, un vals de emociones clausura con ternura la mirada mimosa de una diosa de algodón azucarado.

 

– Eqhes DaBit –
– 20, Mayo, 2015 –
– Sant Carles de la Ràpita (España) –