Me apoyo en la pared, como cuando esperaba con ansia en tus cinco minutos de retraso. Como si nunca fuese a acostumbrarme a haber dejado de fumar, meto la mano con confianza en el bolsillo interno de la chaqueta buscando inconscientemente un paquete de tabaco rubio. Hace tiempo que no hay nada de valor ahí; en esta ocasión recupero una ramita de romero olvidada. La escruto con la mirada. Todavía huele. La lanzo lejos, con rabia, a las fauces de la noche, mientras me pregunto dónde estará la suerte que nos anunció aquella maldita gitana. Flota fresca la lluvia dorada por una vieja farola de pueblo. Es nuestra calle, ahora algo mojada. La misma de ayer. La misma en que me dijiste “sí” hace quince años y donde ella pronunció su primer “papa” hace apenas un mes. Saco la lengua despacio. Se me cierran los ojos al elevar la barbilla al cielo. Me sabe amargo el momento desde la garganta anudada hasta el rabillo del ojo derecho, por donde se fuga la primera lágrima. Justo veinticuatro horas antes reíamos juntos en esta misma esquina. Recuerdo vuestros besos de despedida huyendo de la incipiente lluvia. Aún noto ese abrazo-manta tuyo que abriga a la par que cose heridas; aunque no como esta, claro. De haber sabido que ibais tan lejos, nos vamos juntos. Pero que viaje infinito más corto el vuestro, pues nunca podré dejar que tú y ella os vayáis del todo. Porque una soledad empapada en bellos recuerdos como esta que me está calando hasta los huesos ya nadie podrá secarla. ¡Maldita lluvia! ¡Devuélvemelas! O llévame con ellas, que solo no sé morir… Ojalá no me hicierais falta.

 

– Eqhes DaBit –
– 28, Abril, 2016 –
– Sant Carles de la Ràpita (España) –