Queridos Reyes Magos:

¿Cómo va por Oriente? Espero que muy bien. Supongo que ya tendréis los equipajes listos para vuestra escapada anual. Ojalá mi carta no os llegue demasiado tarde.

Como habréis notado, hace mucho que no os escribo. No es que no me acuerde de vosotros, pero hasta ahora no he requerido ayuda para conseguir lo que necesito. Os diría aquello de «este año he sido bueno», pero me consta que estáis al corriente de las aventuras de vuestros fieles seguidores, así que no voy a extenderme en este punto.

No os preocupéis, no voy a reclamar regalos atrasados, ni siquiera necesito nada material, sólo un poco de ayuda. Quisiera que le hagáis llegar mi regalo de reyes a quien vosotros ya sabéis. Vosotros, que tenéis acceso directo a la orilla de su cama, dejadle estos presentes que he comprado junto a los cuencos con leche, galletas y otras provisiones que habrá preparado con cariño para vosotros, vuestro séquito y los animales que os acompañan. Aquí os dejo el inventario de lo que he adquirido, por si queréis hacer el favor de llevárselo en mi nombre:

  • Un reloj sin pila para que, si quiere, no pase el tiempo para nosotros. Y si finalmente decide hacerlo funcionar, el segundero es lo suficientemente prominente como para que nos perdamos juntos en cada segundo de camino a ninguna parte.
  • Mucho papel y mucha tinta, para que podamos escribir nuestra historia sin interrupciones. Las hojas, lisas, para que seamos libres para escoger el tamaño y dirección de nuestras aventuras en común. Las tintas, de varios colores, para evitar la monotonía.
  • Una brújula, para que no perdamos el Norte en ningún viaje improvisado.
  • Una agenda que no marca los años donde apuntar nuestros diaversarios, semanaversarios, mesversarios, no-cumpleaños y otros acontecimientos importantes, para que no se nos olvide celebrarlos como nos merecemos.
  • Una linterna, con la que ver siempre luz en medio de la oscuridad.
  • Un puñado de velas de cumpleaños de las que no se pueden apagar, para poder pedir deseos espontáneamente y de forma compulsiva cuando el corazón nos lo pida. Cuando no sepamos qué más pedir, soplaremos esas velas mágicas junto a nuestros familiares y amigos, y con todo aquél que lo necesite, pidiendo deseos a diestro y siniestro. Y si las velas algún día no funcionan, iremos nosotros por detrás a empujar todos esos sueños en el aire para que se cumplan igualmente, pues las velas no han de ser más que la excusa para no olvidarnos de soñar y no perder el impulso vital de querer hacer realidad nuestros sueños.
  • Un billete de tren con nuestros nombres, con fecha de ayer y sin destino, para que subamos en marcha a recorrer una vida juntos.
  • Un baúl, para guardar todos los regalos ahora y todos los recuerdos que generen, después.

Eso es todo. Confío en que podáis ayudarme. Esperemos que le guste el paquete y decida convertirse en el mejor regalo de reyes de mi vida.

Un fuerte abrazo.

 

– Eqhes DaBit –
– 04, Enero, 2013 –
– Sant Carles de la Ràpita (España) –