—¡Al paredón con ella!

—Pero, mi general… —replicó el joven mientras sus compañeros empujaban su esperanza hacia la zona de fusilamiento.

—¿Es que no sabe acatar órdenes, soldado?

El muchacho agachó la cabeza resignado y sin rechistar más acompañó al resto del pelotón. Todos conocían el procedimiento, por lo que actuaron en consecuencia a falta sólo de la última orden necesaria.

Allí estaba la esperanza del soldado rebelde. Sonriente y maniatada. Tranquila y atenta. Confiada. Acorralada entre soldados y pared. No dijo nada; nunca lo hizo, ni falta que le hacía.

—¡Fuego! —ordenó el general.

Mientras todos dispararon al frente, el sufrido soldado lo hizo al cielo. Interponiendo su cabeza entre una bala y una nube baja, se quitó la vida. Bastó un único tiro para hacerse caer fulminado al suelo. Tras el aliento final del otrora valiente combatiente cayó ella, lo último que te pierde.

 

– Eqhes DaBit –
– 17, Diciembre, 2014 –
– Sant Carles de la Ràpita (Espanya) –