Anuncio anodino en alta megafonía: hora, origen y destino, y el recordatorio cansino de las nuevas normas de anormalidad. Acostumbrada impaciencia junto a un par de tics nerviosamente inevitables. Llega el tren de tan lejos que pasada su hora aún no se ve, hasta que la suerte acecha con su llegada invadiendo la estación. Te echo de menos fuerte mientras para con gruñido furioso. No habrá más de estos por hoy, y tú ahí dentro, imagino que compartiendo sentimiento. Por fin se abre la compuerta y se descomprime la espera. Los miedos se disipan junto al silbido hidráulico de la máquina que cada semana se te lleva y te devuelve como ola de mar agitada. Descarto un par de sombras borrosas antes de verte. Tu presencia deja mi cerebro bañado en agua de lavanda. Se columpian mis labios contentos sobre un alegre canto con aspiraciones de jilguero. Mis ojos risueños apoyados sobre el borde terso de la mascarilla que no consigue minar el oxígeno que insufla saber que no hay mayor victoria que un abrazo de mi entera naranja. Los tuyos, a juego. Luego nos venimos arriba, ahí siempre tú más. Las orejas descansan de lianas sanitarias y nuestras lenguas echan raíces más allá de sus fronteras mientras nos sujetamos los cráneos con comedida intensidad. Corazones al compás una vez más. «Buenos días primavera, ¿cómo estás?», se titula nuestra escena. Nos perdonan el riesgo los aplausos atentos que celebran una de esas escenas que ya ni en Hollywood se dan. Volvemos sonrojados a la realidad. Medio uno, medio dos, alimentando los afectos agarrados de las manos nos camuflamos entre la multitud mientras volvemos de nuevo a la rutina que no cansa. Fin; del principio.

 

– Eqhes DaBit –
– 14, Julio, 2020 –
– Sant Carles de la Ràpita (España) –